Si existe una ecuación que en la actualidad rija la concesión de préstamos hipotecarios por parte de los bancos probablemente se pueda resumir en la formula que encabeza este artículo:
Hipoteca = Nómina + Seguro de hogar
En realidad deberíamos decir que se trata de un regla mínima ya que la época en que se concedían hipotecas como churros vendía el churrero queda ya muy lejos.
A día de hoy el banco nos pedirá que nos convirtamos en amigos suyos de por vida, y para asegurarse de que esto sea así nos pedirá, entre otros, que domiciliemos la nómina, que contratemos un seguro de hogar y otro de vida, que domiciliemos recibos, que usemos alguna tarjeta de débito sino de crédito, y así hasta el infinito.
En resumen, que al final tras firmar una hipoteca pasaremos a tener una relación mucho más seria con nuestro banco que con nuestra esposa. De ahí el ya famoso ... hasta que la muerte nos separe.
Y da igual si nos encariñamos de un tradicional Banco Santander o de un alternativo ING, el resultado será el mismo. Domiciliar nómina y contratar unos cuentos productos adicionales para empezar a hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario