Esta semana he tenido la oportunidad de realizar un visita al trabajo de un antiguo compañero de universidad y descubrir interesantes proyectos que alberga el mundo de la biometría para el control de accesos de personas.
La conversación comenzó con un sencillo producto que utilizan para el reconocimiento de matrículas que permite identificar a gran velocidad los coches que transcurren por una carretera. Algo realmente útil en la entrada a una autopista de peaje o en un garaje privado.
A nivel técnico no implica una gran complejidad ya que básicamente se trata de una cámara que debe localizar la matrícula y reconocer los caracteres impresos sobre la misma, algo relativamente sencillo. Si bien la cosa se complica cuando las condiciones meteorológicas no son las adecuadas, y la lluvia o niebla pueden complicar el tema considerablemente.
Pero lo que realmente me ha impactado ha sido un nuevo producto con el que estaban trabajando y que permite realizar un reconocimiento facial en menos de un segundo. Para ello el dispositivo en cuestión proyecta una malla infraroja sobre nuestra cara y forma un patrón que servirá de referencia para identificarnos.
Al utilizar infrarojos el proceso es transparente de cara al usuario y el sistema resulta mucho más ágil que la lectura de huella o iris ofreciendo una solución muy robusta. En cualquier caso estos sistemas son de interés para zonas de alta seguridad, ya que en otros casos una sencilla tarjeta RFID acaba con el problema del control de accesos de forma muy cómoda.
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