En esta ocasión quería meditar brevemente sobre el problema de la contaminación y, en concreto, sobre la contaminación producida por los vehículos. Y para ello he aprovechado para buscar el modelo menos contaminante de la marca Wolswagen que es el Polo BlueMotion.
Este modelo tiene un consumo medio de 3,8 litros a los 100km y las emisiones se sitúan en 99 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Unas cifras más que interesantes, que le otorgan la mención de ecológico de acuerdo a la nomenclatura impuesta por el Ministerio de Industria y el nuevo plan VIVE.
Mientras, otro coche como el Audi A4, en función de la motorización elegida puede expulsar desde 176 a 286 gCO2/km. Y el principal problema es que toda esa contaminación nos la tendremos que comer todos independientemente de que uses el Polo BlueMotion o el Audi A4.
¿Hasta que punto tiene sentido dar libertad a la gente para que contamine lo que quiera? ¿No tendría más sentido poner un límite legal a esa capacidad contaminante de nuestros vehículos?
De momento los últimos movimientos del Gobierno apuestan por tratar de incentivar el uso de vehículos más ecológicos a través de incentivos como el impuesto de matriculación o el citado plan VIVE de financiación. Pero esto no deja de ser una puerta para que el que tenga dinero pueda contaminar tanto como quiera, algo que carece por completo de sentido.
Personalmente apuesto por una regulación más severa que imponga límites a las emisiones que emiten los vehículos, pero parece que este tipo de medidas no son lo suficientemente populares como para que se lleven a la práctica. En fin, tendremos que esperar a que sea la UE la que ponga las cartas sobre la mesa.
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